jueves, 27 de enero de 2011

Antes justo y crítico que sordo


“Antes justo y crítico que sordo”, ésa es la frase que suelo utilizar antes de entrar en un debate sobre  una determinada cuestión acerca de la comunidad sorda.

Hoy fui con un amigo y unas intérpretes. Precisamente una de ellas me avisó de la existencia de la conferencia, que se daba en la Tabacalera, centro social autogestionado en la antigua fábrica de tabacos de Lavapiés. Curioso edificio, al entrar te sientes okupa: edificio desbaratado, descompuesto, con pintadas en las paredes, grietas, azulejos rotos, colillas repartidas por los suelos, sillas de ataño, carteles desgastados, viejos, y originales, difícil de verlos en otros lugares, los vientos se infiltran entre las ventanas con salpicaduras de borrón, bombillas de distintos tamaños y  colores, cortinillas gruesas y típicas de una tienda de carnicería de la calle de tu pueblo, de las que no hay. Daba la sensación de adentrarse en una película de terror, de ésas en las que una rubia siempre es la primera víctima mortal, causada por el malo de la peli. Ah sí, litros, litros, litros de sangre. Faltan muchas cosas por describir pero no soy Galdós. A continuación hablaré sobre lo sucedido en la conferencia.

El punto a destacar es la masiva asistencia en la conferencia, sorprendente, a pesar del traslado desde la sala típica de juntas hasta una especie de auditorio (sin sillas, claro) o, simplemente, escena de teatro aunque el estrado sea algo poco espacioso. Trasladamos sillas de allá para acá.

“Comunidad Sorda” se titula. Comienzan, sacando varios temas introductorios sobre la sordera como la anatomía del oído, las posibilidades de oír por medio de audífonos, implantes cocleares, bucles magnéticos, etcétera. 
Me llamó la atención un asunto en la cual considero bastante grave para la sociedad actual: el problema de la lectura y escritura. En parte, es cierto que a las personas sordas les es arduo tal procedimiento puesto que ellas carecen de escucha, lo que implica dificultad de la escritura, compresión lectora y, sobre todo, la gramática.
“¡No me gusta la Lengua!” dirían los niños sordos. De hecho, tuve dificultades en la compresión lectora, y en expresarme, reflejándolo en el papel. Me llevó años en dominar este complejo medio y ni siquiera lo hago ahora, pues tengo errores gramaticales.
¿Qué hacemos? Aprenderlas. ¿Qué nos cuesta? Varios años, pero es imprescindible. Así que, o escribes y lees bien o te pierdes en este enrevesado mundo.

Conozco varios sordos. Hablando en LSE puedo descubrir sus caracteres, sus estilos, sus inteligencias, perfecto. Sin embargo, al hablar vía chat o vía otros medios como los SMS, me doy cuenta de que les cuesta escribir, como dicen la mayoría: “hablar en indio”. ¡Qué rabia me da al descubrir que sea inteligente y le cuesta escribir!
Al final, la persona sorda tiene, no, perdón, DEBE aprender a leer y escribir correctamente.

Después de esto, subía al estrado una señora bastante influyente en la comunidad sorda. Sacó el asunto sobre la lectura de labios. Le molesta que los oyentes le pregunten que si sabe leer labios para entablar un diálogo, por ejemplo, con un vendedor o un camarero, por lo que el emisor tendría que estar atento a los labios del receptor, de igual forma tendría que hacer el receptor para responder al emisor. Opina que los sordos no deberíamos gesticular labialmente ni que nos enseñen a leer los labios.
Menuda gilipollez ha soltado esa mujer. ¡¿En qué se basa?! ¡¿Opinión personal?! ¡Nooo! Primero ¿¿¿ desde cuándo nos enseñaron a leer los labios??? Muchos oyentes me preguntaron cómo aprendí a leerlos, mi respuesta era sencilla y sincera: “No lo sé.”
Esto da que pensar, me crié con padres sordos provenientes de familias oyentes. ¿Cómo los aprendí? ¿Naturaleza? ¿Instinto? Puede ser. Mis padres nunca me dijeron que les leyera los labios sino que les viera sus caras. De alguna manera, enfoco mis ojos a los labios y ya está.  Después, a los 3 años, me doy cuenta de que los sordos leemos los labios y que dependemos de esto. Sobre la LSE, la aprendí de una forma natural dialogando con mis padres y otros niños sordos. Sí, la lectura de los labios también se aprende de un modo natural.
Tiene gracia lo que dijo la señora, que deberíamos cerrar los labios y comunicarnos con los demás, sin importar si es sordo u oyente, en LSE. Esto irónicamente daría fundamento al apelativo que suelen usar los oyentes, “sordomudos”, algo que ofende a los sordos (incluyéndome a mí), obviamente. ¿Movemos los labios o cerramos la boca? Simplemente, eso perjudica también a la persona sorda que pretenda enriquecer su castellano.
¡¿No les es suficiente que el receptor tenga paciencia al hablar con la persona sorda?! A este paso, tendremos mala imagen con sus surrealistas exigencias. No puedo decir “nuestras” sino “sus” porque no me identifico con ellos…

Sobre comunicar en LSE al receptor oyente, a mí me parece positivo ya que permite al oyente descubrir y aprender algo pero, por lo menos, decirlo con voz, sea lo bajinis o mal vocalizada (yo no lo hago bien). Por lo que me parece execrable es comunicar indiscriminadamente en LSE, sin emplear la voz o mover los labios.

“¡El siguiente!”
Entra una persona con traje, bien vestido, cortés, educado. Se sienta.
“He visto tu currículum, puedo ofrecerte un puesto de…” - Interrumpe el candidato.
-
“¿Cómo?
-
“¿No puedes hablar?”
-
“Lo siento, no te contrataremos.” - El candidato se marcha decepcionado y frustrado.

Esto es lo que pasaría, yo sé que la persona que lee estas líneas diga que me estoy excediendo, sacar cosas fuera del contexto pero… precisamente es lo que dice aquella señora. Piénsalo.

Lo que más me preocupa es el autoaislamiento de los sordos: están cerrándose posibilidades y esto no es bueno porque son ellos mismos quienes salen perdiendo. Una empresa española tampoco contrataría a un catalán/vasco/gallego insistente con su lengua. Saldrían perdiendo, salvo en empresas en donde permitan dichas lenguas. Lo mismo pasa con la LSE en empresas relacionadas en los sordos como en la Federación, la CNSE, etcétera… Ah, no, la FIAPAS ni en sueños. Tengo ganas - no me gusta insultar porque no tiene fundamento y es una estupidez - de subir al estrado y decirle lo que dijo Gutmaro: “Desayuna bien, por favor”.

Otro punto. El Estado español ofrece ayudas como la famosa pensión de discapacidad, para la que se necesita, mínimo, un grado de 65%. Era un “boom”, aprovechado por varios sordos, entre ellos los de mis amistades y sus amigos. Muchos de ellos, quienes tienen un grado que oscila entre 40% y 60%, fueron a hacerse la prueba de evaluación de discapacidad con la intención de subir el grado y así cobrar la pensión. En parte, es positiva esta ayuda ya que no muchos están en buena situación económica. Lo que no es ético, al menos para mí, es hacerse el tonto para que te suban el grado y cobrar una pequeñez que se fundiría en pocas semanas, mientras hay personas que agradecen mucho más "esta miseria". Tengo un amigo mío sordo, oralista. No le gusta la LSE ni nada relacionado con la comunidad sorda pero quiere beneficiarse de la pensión. No tienes ni idea de las ganas que tuve de destrozarle, pero me reprimo. Le pregunté si tiene algún problema con la familia o en lo económico. Me dijo que para nada, solo para sacar unas pelas para gastar en los findes y todo esto.

-“Jajaja, venga hombre, en serio.” - dije
“Que sí, ¿por qué no?”
-“¿Pero en qué te basas? Sabes que hay muchos que lo merecen.”
“Ya, pero da igual, ¿Y tú por qué no te haces la prueba? además vienes de padres sordos, colará.”
-“Es posible, tengo un 46%, el de mis padres un 55% más o menos, que yo sepa.”
“Pues aprovecha.”  
-“Sabes que esto es ilegal…” - maticé

Después de varios días, volvimos a hablar y le pregunte qué tal le salió la prueba de evaluación de discapacidad. Me respondió que al final no la hizo. No me explicó el motivo ni pedí explicaciones, me alegró esto. Me da mucha rabia de que hayan aprovechados cuando hay gente que lo necesita mucho más que para gastarse en tonterías. ¿Discriminación positiva? Se llama así.

Vuelvo al tema de la señora. Aparte del autoaislamiento que se están produciendo cada vez más. Muchos, los oyentes, creen que los sordos somos mentalmente retrasados y no es cierto, el hecho de que escriba en indio, rígido, inflexible en la actitud, probablemente tengan razón. Sorprende bastante las exigencias que piden ellos, porque son privilegios, y los privilegios crean tensiones. Además la vida es dura y ya está.
Resulta irónico esto, los sordos llevan toda la vida intentando “derribar barreras”, pues ¡sorpresa! Acaban de levantar una barrera y no parece que estén dispuestos a derribarlos, esa barrera se llama “versatilidad”.

En varios aspectos de la vida, la versatilidad siempre es útil. Por ejemplo, en el ámbito deportivo, cada jugador tiene su posición pero puede adaptarse en otras que no son suyas, siendo esto positivo para el equipo. De igual forma para con las personas, una que sepa catalán por la zona que nació y creció tiene muchísimas posibilidades de saber también el castellano, idioma predominante en este país, le costará poco en aprender lenguas romances como la francesa, la italiana, la portuguesa. Esto se llama versatilidad. De igual forma debería pasar con los sordos: saber hablar con voz, da igual si no vocaliza bien; escribir de una forma correcta; comprender la lectura; y hablar en LSE. Con esto, no se pierde nada. Sé que es muy difícil pero nada es imposible.

Por último, me indigna la mentalidad que se está creando entre los sordos. Como decía al principio de este ensayo, “Antes justo y critico que sordo”. No puedo aceptar una mentira que contradice mi razón y mis principios. Sé que muchos están en mi contra pero me alegra mucho de ser fiel a mis principios y saber que una minoría está de mi parte. Pero no busco aprobación, aplausos, reconocimientos, apoyos, simplemente quiero expresar sobre lo ocurrido y manifestar mis críticas sobre el asunto. Me da miedo la fidelidad ciega que tiene la persona sorda en sus líderes sordos, que no sueltan más que chorradas. Quisiera continuar hablando sobre el papel de los ILSE pero carezco de información ¿No os parece raro esto?
Salí del edificio con un sentimiento inesperado: la impotencia.



Fdo. Manu, exaltado al escribir este artículo.

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